Job



Job 16


Entonces respondió Job y dijo:

Tweet thisPost on Facebook

--He oído muchas cosas como éstas; consoladores gravosos sois todos vosotros.


¿Habrá fin para las palabras vacías? ¿Qué te incita a responder?

Tweet thisPost on Facebook

Yo también podría hablar como vosotros. Si vuestra alma estuviera en lugar de mi alma, yo también podría componer discursos contra vosotros, y por vosotros sacudiría mi cabeza.


Os alentaría con mi boca, y el movimiento de mis labios traería alivio.

Tweet thisPost on Facebook

Pero si hablo, mi dolor no tiene alivio; y si dejo de hablar, ¿qué se ha de ir de mí?

Tweet thisPost on Facebook

Pero ahora Dios me tiene agobiado. Ha desolado toda mi compañía,

Tweet thisPost on Facebook

y me ha llenado de arrugas. Mi debilidad responde en mi propia cara; ha venido a ser testigo y se ha levantado contra mí.


Su furor me ha despedazado, pues me aborrece; contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.

Tweet thisPost on Facebook

Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas. A una se han juntado contra mí.


Dios me ha entregado a los perversos; me ha empujado a las manos de los impíos.


Yo estaba tranquilo, pero él me sacudió; me tomó por el cuello y me despedazó. El me ha puesto por blanco suyo;


sus arqueros me han rodeado. Atraviesa mis riñones sin compasión y derrama por tierra mi hiel.


Abre en mí brecha tras brecha; contra mí arremete como un guerrero.

Tweet thisPost on Facebook

He cosido cilicio sobre mi piel y he hundido mi fuerza en el polvo.


Mi rostro está enrojecido con el llanto, y sobre mis párpados hay densa oscuridad,


a pesar de no haber violencia en mis manos y de ser pura mi oración.

Tweet thisPost on Facebook

¡Oh tierra, no encubras mi sangre! ¡Que no haya lugar para mi clamor!


He aquí que también ahora mi testigo está en los cielos; en las alturas está mi defensor.


Mis amigos me escarnecen; mis ojos derraman lágrimas ante Dios.

Tweet thisPost on Facebook

¡Oh, si alguien llevara la causa de un hombre ante Dios como entre el hombre y su prójimo!


Porque los pocos años se van, y yo iré por el camino sin retorno.







This goes to iframe