Cantares



Cantares 5


YO vine á mi huerto, oh hermana, esposa mía: Cogido he mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; Babed, amados, y embriagaos.


Yo dormía, pero mi corazón velaba: La voz de mi amado que llamaba: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía; Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.


Heme desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar?

Tweet thisPost on Facebook

Mi amado metió su mano por el agujero, Y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.

Tweet thisPost on Facebook

Yo me levanté para abrir á mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra que corría Sobre las aldabas del candado.

Tweet thisPost on Facebook

Abrí yo á mi amado; Mas mi amado se había ido, había ya pasado: Y tras su hablar salió mi alma: Busquélo, y no lo hallé; Llamélo, y no me respondió.


Halláronme los guardas que rondan la ciudad: Hiriéronme, llagáronme, Quitáronme mi manto de encima los guardas de los muros.


Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, si hallareis á mi amado, Que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.

Tweet thisPost on Facebook

¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?


Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.

Tweet thisPost on Facebook

Su cabeza, como, oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

Tweet thisPost on Facebook

Sus ojos, como palomas junto á los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.


Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores: Sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende.

Tweet thisPost on Facebook

Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos: Su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros.

Tweet thisPost on Facebook

Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro: Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.

Tweet thisPost on Facebook

Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalem.


¿DONDE se ha ido tu amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Adónde se apartó tu amado, Y le buscaremos contigo?







This goes to iframe